Vida sin Violencias, el rol del psicólogo
No basta que existan lineamientos de política pública si no se garantiza el acceso a los servicios. En Colombia, para las víctimas de violencias el sistema de salud prevé una cobertura de más de 60 sesiones de intervención terapéutica, pero por las múltiples barreras de acceso, en la vida real solo puede contarse y no de manera generalizada, con la atención inicial de urgencia.
Rol de los profesionales de la Psicología en la prevención y abordaje integral de las violencias.
Las violencias que son objeto de análisis en la serie de webminars que hemos iniciado desde el 11 de julio, tienen como denominador común lo que Paul Farmer denominara “violencia estructural”, es decir la violencia indirecta que emerge de las inequidades o desigualdades injustas; inequidades económicas, sociales y políticas que son una realidad inocultable en nuestros países.
En otras palabras, las diversas violencias son como le he escuchado a nuestra colega Erika Veloza, directora de GENFAMI: “una verdadera pandemia que afecta a toda la sociedad, pero en particular a las poblaciones más vulnerables y expuestas a una mayor exposición a los riesgos”; a los más pobres, a los más necesitados.
Desde esa perspectiva es clara la responsabilidad del Estado. Los psicólogos y otros profesionales, así como diversas organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales tenemos un papel fundamental en la mitigación de las múltiples violencias que nos aquejan. De hecho, ésta primera sesión está dedicada a que colegas expertas de varios países analicen el rol de los psicólogos en la prevención y abordaje de estas violencias, pero sin la intervención activa del Estado y de los gobiernos nacionales, un futuro sin violencias siempre estará lejano.
En Colombia, por ejemplo, el 30 de abril pasado la Unidad Nacional de Atención a las Víctimas del Conflicto armado reportaba 7´277.408 víctimas “sujeto de atención” pero esta agencia se calcula que cuenta aproximadamente con 700 psicólogos (un psicólogo para tender 10. 396 victimas).
No basta que existan lineamientos de política pública si no se garantiza el acceso a los servicios. En Colombia, para las víctimas de violencias el sistema de salud prevé una cobertura de más de 60 sesiones de intervención terapéutica, pero por las múltiples barreras de acceso, en la vida real solo puede contarse y no de manera generalizada, con la atención inicial de urgencia. Las rutas de atención se truncan a cada paso.
En suma, los derechos no se ven reparados y los procesos de recuperación psicológica e integral terminan por no implementarse de acuerdo con las disposiciones normativas.
Hoy, definitivamente y esto es mucho más claro con la pandemia del COVID 19, la psicología en sus diversas especialidades y en particular la psicología social y comunitaria, clínica, de la salud, de las emergencias debe integrarse con la salud pública. Las múltiples violencias son un gravísimo problema de salud pública.
Las intervenciones psicológicas para aumentar su efectividad deben entonces enmarcarse en los planes y programas de Atención Primaria en Salud (APS). Deben articularse con intervenciones en los distintos niveles, especialmente deben estar ligadas a la acción intersectorial y a la participación comunitaria.
En el Colegio Colombianos de Psicólogos hemos trabajado en esa dirección a partir de una mesa de expertos que construyó al inicio de 2019 una serie de lineamientos técnicos que definió áreas y roles por sectores.
Especialmente se ha desarrollado lo pertinente a la violencia intrafamiliar lo que nos permitió en el inicio de la pandemia, presentar desde el área de Campos y Proyectos, programas específicos de prevención e intervención al gobierno de la ciudad de Bogotá.
También, y gracias a que contamos con un listado de peritos en psicológica jurídica y forense se ha avanzado en diferentes aspectos del abordaje de las violencias sexuales. Igualmente, COLPSIC participa en las mesas nacionales del Comité Intersectorial de Atención a Violencias de Género del país, organismo de consulta para el desarrollo de los protocolos para la atención en salud de estas violencias y que cuenta también con un desarrollo importante en la línea de psicología jurídica.
Y Colpsic planea fortalecer sus programas de capacitación con el objetivo de contribuir a la formación con idoneidad de los profesionales y funcionarios que trabajan en estas áreas de atención.
Quiero terminar señalando que en la prevención de las violencias sexuales (la sexualidad humana es una de mis áreas de investigación), es de importancia crítica lo que Helí Álzate denominó “Educación sexual positiva”.
Es decir, una educación que acepte la función placentera de la sexualidad a la vez que prepare para su ejercicio ético, consciente, y responsable sin lastimar física ni psicológicamente a ninguna otra persona con la propia conducta sexual.
No solo debemos atender a las victimas sino también educar para transformar la cultura que produce los victimarios.