Relaciones “abiertas” y sufrimiento emocional

La joven (Klimt)

 

Reflexionando sobre esta realidad he llegado a la conclusión que si se quiere conceptualizar el fenómeno de una manera general podría decirse que las   relaciones abiertas se presentan por una especie de egoísmo altruista.

En Memoria de Janice Epp (1948 -2013)

 

Janice Epp fue mi profesora en el IASHS en San Francisco, CA y fue la primera mujer a quien le escuché hablar espontánea, razonada y cómodamente de su relación abierta con su pareja “primaria” el Dr. James Frieman (su compañero por 40 años) y Marvin Segall (su pareja “secundaria” por 33 años). Ambos la acompañaron los últimos días en su lecho de muerte.

En 1999 y luego de revisar decenas de historias de mis consultantes en donde el denominador común eran las infidelidades, escribí un ensayo titulado: “¿Por qué es tan fácil ser infiel?… El punto de vista de la psicología evolucionista”. Ese ensayo empieza de la siguiente manera: “Contrario al arquetipo de la eterna fidelidad de los amantes y al hecho de que existan parejas sexualmente que solo han sido el uno para la otra, la vida…se ha encargado de demostrar que la actividad sexual con un tercero y la consecuente traición al compromiso, tácito o explícito de la exclusividad con la pareja es un fenómeno universal”. Y es un fenómeno universal porque como afirma el Dr. Helí Alzate: “En realidad, la monogamia entre los seres humanos es una decisión consciente individual o una imposición social”.

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Reflexionando sobre esta realidad he llegado a la conclusión que si se quiere conceptualizar el fenómeno de una manera general podría decirse que las   relaciones abiertas se presentan por una especie de egoísmo altruista. El egoísmo reside en que la persona otorga prioridad a las propias necesidades afectivas y eróticas de relacionamiento y la dimensión altruista está dada por el entendimiento de que vale la pena ceder la exclusividad erótica de la pareja, en orden de facilitarle que satisfaga sus necesidades y sea más feliz.

Una vez se ha aceptado la relación abierta, a la par con los beneficios emocionales y sexuales que esta modalidad de relacionamiento conlleva, con frecuencia se presentan reacciones psicológicas dolorosas (en suma, angustia, stress, ansiedad y depresión…). Este sufrimiento emocional principalmente se deriva de la percepción de inequidad en algún nivel de la relación de pareja (“el otro” obtiene más placer, el otro obtiene más atención, el otro obtiene más apoyo económico…) y del estigma y la discriminación por parte de una sociedad en la que la erotofobia y la doble moral sexual predomina. En las personas que consultan es común encontrar que la percepción de inequidad relacional está comúnmente asociada con sentimientos de inferioridad, pérdida de la confianza en sí misma, así como con cogniciones, sentimientos y actitudes egodistónicas.

 

Relaciones de pareja “No Monogámicas Consensuadas”

 

Bajo esta denominación se incluyen hoy tres grandes categorías de relaciones de pareja heterosexuales con múltiples variantes:  Swinging, Relaciones abiertas y Poliamor. Se diferencian en los niveles de permisividad afectiva y erótica en el relacionamiento con otras parejas.

 

Los swingers

 

Mantienen un mayor control del tipo de parejas con que se relacionan, con el propósito consciente o inconsciente de no arriesgar los vínculos emocionales y el contrato social y familiar previamente establecido. Al mismo tiempo, los swingers son muy abiertos en cuanto a las prácticas sexuales que comparten. Los encuentros entre parejas swingers adoptan la forma de verdaderos rituales que en Colombia han sido estudiados desde una mirada psicoanalítica muy interesante por Johnny Orejuela y sus colegas. Entre los swingers, conflictos emocionales pueden emerger, particularmente en las mujeres, si se presenta una discordancia entre el consentimiento racional y consciente y la disposición actitudinal para participar en las prácticas sexuales comunes en este grupo.

 

Las parejas con “relaciones abiertas”

 

Buscan establecer una mayor equidad de género en cuanto al acceso a parejas sexuales y a las posibilidades del disfrute erótico, en contravía del machista doble patrón que establece socialmente y con exclusividad el privilegio masculino de tener esposa y amantes. Al hacerlo, sobre todo si las parejas secundarias permanecen en el tiempo, las parejas abiertas arriesgan los vínculos emocionales primarios y la prioridad en el placer sexual. En entornos culturales como el latinoamericano, por el peso de la cultura y las inequidades de género entre otras razones, las relaciones abiertas pueden ser fuente constante, en uno o en los dos miembros de la pareja primaria y en las parejas secundarias, de lo que hemos denominado sufrimiento emocional (lo cual por supuesto no es exclusivo de este tipo de relaciones de pareja).

 

En las relaciones poliamorosas

 

El control de los vínculos emocionales se ejerce generalmente, a través de una estructura y un modo de vida colectivo y jerárquico rígido que en muchas ocasiones asume la forma de “colectivos o comunas” en las que se comparten las parejas sexuales, pero también la vida familiar, incluida la crianza de los hijos. He tenido la oportunidad de conocer jóvenes que no pertenecen a una comunidad poliamorosa, pero crecieron en grupos de esta naturaleza y su balance de la experiencia familiar y colectiva es muy positivo.  En las formas poliamorosas el manejo de los “celos”, tanto emocionales y sexuales como por las diferencias jerárquicas, constituye un evento principal.

Las tres formas de relaciones no monogámicas son objeto de estigma y discriminación desde la erotofobia y las ideologías sexuales predominantes, a tal punto que la mayoría de las personas que las adoptan como estilo de vida prefieren ocultarlo en la familia, el trabajo y en los círculos sociales a que pertenecen. Toda la evidencia confirma que el estigma y la discriminación son determinantes sociales que facilitan la aparición o agravamiento de problemas psicológicos en las personas y comunidades que son afectadas.

 

La American Psychological Association (APA) y las relaciones no monogámicas consensuadas.

 

En el 2018, la División 44 de la APA estableció un grupo de trabajo (task force) sobre las relaciones de pareja no monogámicas consensuadas primero, por considerar que corresponden a formas diversas de relacionamiento que interactúan con las identidades y orientaciones sexuales o de género.  Segundo, porque cada día estas relaciones de pareja exigen de más investigación y de enfoques y protocolos apropiados de intervención clínica, y tercero, porque se requiere de una mejor comprensión del impacto que están teniendo ese tipo de relaciones abiertas en la familia. En estos dos años, el grupo de trabajo ha producido tanto artículos científicos como de divulgación en los medios y ha desarrollado talleres sobre la práctica clínica con personas que viven en relaciones no monogámicas consensuadas. Entre las conclusiones obtenidas por el grupo de trabajo basadas en la revisión de la literatura existente y en sus propias iniciativas de investigación y formación de psicoterapeutas merecen destacarse: En estudios con muestras representativas de la población en Estados Unidos, la prevalencia de vida de personas no monógamas en relaciones consensuadas es del 21%. Se necesitan psicoterapeutas con enfoques afirmativos de la no monogamia consensual. Urge formar al personal de salud con actitudes positivas frente a las diferentes formas de relacionarse con el propósito de tener relaciones sexuales satisfactorias y eróticamente gratificantes

 

Diversidad en la fase relacional de la Función Erótica

 

Por mi formación, el modelo sexológico con el cual considero se debe abordar la asistencia psicológica del sufrimiento emocional en las relaciones de pareja abiertas, es el modelo de la función erótica de Helí Álzate (1997). En este modelo se definen cinco (5) fases y tres (3) planos a saber: Fases: apetitiva o del deseo sexual; Fase relacional, Fases estimulatoria y excitatoria y Fase orgásmica. Las tres categorías de relaciones no monogámicas descritas son variaciones normales[1] de la fase relacional en la que la búsqueda de parejas sexuales para satisfacer el deseo y alcanzar el placer orgásmico asume formas no convencionales. La aproximación a la evaluación diagnóstica de los motivos de consulta y dada la naturaleza sexual específica del tipo de relación de pareja amerita dentro de este modelo, además de los aspectos propios a la terapia de pareja o terapia de familia, las cinco fases y en ellas cada uno de los tres planos del modelo: Plano psíquico o central, plano somático o periférico y plano externo o comportamental. En otras palabras, en las relaciones no monogámicas, la psicoterapia de pareja debería acompañarse de educación sexual, de un enfoque sexológico y de técnicas e intervenciones propias de una terapia sexual integral.

Este articulo fue presentado a modo de ponencia en el I Congreso Latinoamericano de Terapia de Pareja online, organizado por ConSEX, realizado de 5 al 6 de noviembre de 2020.

 

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