“Quemar las naves”

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#tbt: Publicado originalmente en El Tiempo – Café 7 Días, 1998

A propósito del Premio Nacional de Novela para Orlando Mejía Rivera

Lo mismo me parece verlo con el uniforme del Colegio San Luis Gonzaga cuando éramos vecinos que conduciendo con prisa el pequeño auto Simca que fue de su papá por muchos años. Siempre ha hablado y escrito mucho… y dado de que hablar otro tanto: Como estudiante de medicina, cuando siendo profesor de medicina, empezó a escribir como loco para el periódico “La Patria”‘ de Manizales; cuando Belisario Betancur le escribió el prólogo a su obra “Humanismo y Antihumanismo” y elogió su “dedicación al oficio intelectual”. En los tiempos recientes Orlando Mejía sigue dando de qué hablar: como estudiante de literatura hispanoamericana cuando bien podría haber dictado la cátedra sobre Borges, Vallejo o cualquiera de los grandes entre los autores de nuestra lengua; en las interminables asambleas de profesores de nuestra Universidad de Caldas donde sólo es posible estar con él o… contra él; como parte de ese grupo de médicos especialistas ahora aprendices de filósofos; como autor de una novela erótica que merece crónica aparte; en fin… como ganador del Premio Nacional de Novela – 1998 con su libro “Pensamientos de Guerra”.

Mi interés por el trabajo de Orlando aumentó cuando pude observar de cerca su manera compulsiva de trabajar. Con el propósito, entre otros, de publicar un libro que cubriera diferentes tópicos sobre el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, el Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Caldas organizó en 1993 un ciclo de conferencias en el que a Orlando Mejía le correspondió hablar y escribir el capítulo sobré los dilemas éticos de la epidemia. La mayoría de los conferencistas incumplimos los plazos para entregar los textos encomendados y el libro nunca se editó. El que si apareció publicado mes más tarde fue: “Ética y Sida” resultado del esfuerzo de Orlando, quien amplió tanto su capítulo que se le convirtió en libro. Y no cualquier libro, se trata de un estudio coherente, apoyado en una documentación bibliográfica impresionante, que analiza todos los aspectos científicos y éticos de importancia relacionados con la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la investigación de uno de los grandes males del siglo que se acaba.

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Me atrevo a pensar que la clave del merecido éxito que empieza a conquistar la obra, aún naciente, de Orlando Mejía y la gran lección que nos deja a muchos que todavía somos ‘”toderos”, reside en que supo tomar a tiempo la decisión de “quemar las naves” para evitar la tentación de echar pie atrás en su intento por ser un buen escritor. Orlando le pudo apostar a ser un internista afamado o un buen investigador, sin embargo, prefirió cerrar el consultorio, cambiarse del Departamento Clínico Quirúrgico al de Humanidades y jugársela al mundo de la literatura.

Por todo esto, no me extraña el premio recibido, aunque no pertenezco al privilegiado grupo que ha podido leer la novela galardonada. Con “el poeta”, como lo llamaba con afecto y respeto Helí Álzate, nos separan ideológicamente muchas cosas, pero creo no equivocarme al decir que compartimos el ideal de avanzar en la brega, cada uno en su oficio, por una Colombia próspera donde quepamos todos a los que nos duela la patria.

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Nota. En los últimos 24 años, la obra literaria y científica de Orlando Mejía se ha multiplicado. Regresó a la práctica clínica y a la docencia de la medicina a la vez que no titubea para cuestionar el “poder médico”. Sus libros se publican en Europa en donde entre otros, los extensos tomos de su “Historia cultural de la medicina” han sido una revelación. Este 18 de agosto, Orlando Mejía junto con sus colegas y amigos, Octavio Escobar y Antonio María Flórez, llevarán a cabo una lectura y un conversatorio en el marco de la Feria del Libro de Manizales – 2022. 

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