Las Implicaciones del CAFTA
Estados Unidos podrá exportar a Centroamérica sin pagar impuestos: medicamentos, equipos médicos y de informática; maquinaria agrícola y de construcción; papelería, alimentos y bebidas; productos químicos y agropecuarios, carne, legumbres, soya, trigo, algodón y frutas principales entre otros, lo cual causará la ruina de los pocos productores nacionales que hoy subsisten a la vez que agudizará la pobreza a niveles extremos
En enero de 2003 y con los buenos oficios del entonces Secretario General de la Organización de Estados Americanos César Gaviria¹, se iniciaron 9 rondas de negociaciones que culminaron El 28 de mayo de 2004 con la firma en la sede de la OEA en Washington del Tratado de “Libre” Comercio entre los Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA por sus iniciales en inglés)². En la misma fecha y también con el patrocinio de la OEA de Gaviria, un grupo de donantes de la banca internacional giró $250.000 dólares no reembolsables a cada uno de los gobiernos de los países centroamericanos firmantes para facilitar la aprobación del tratado por parte de los respectivos congresos de esas repúblicas en medio de la cerrada oposición de organizaciones campesinas, de trabajadores y de los empresarios e industriales que alertaban sobre las funestas consecuencias del acuerdo. Para entrar en vigor el tratado, éste debe ser aprobado finalmente en el congreso norteamericano: El 30 de junio por 54 votos contra 45 el Senado de Estados Unidos votó a favor del CAFTA, quedando pendiente únicamente la votación en la Cámara de Representantes, decisión que la administración Bush presiona para que sea tomada en el mes de julio.
El tratado consta de 2.400 páginas de ventajas económicas para los Estados Unidos, las grandes corporaciones y el capital financiero. El acuerdo establece la inmediata eliminación de los aranceles de aduana para el 80% de las exportaciones norteamericanas de productos industriales y bienes de consumo y un plazo máximo de 10 años para la completa liberación del 20% restante. Si el CAFTA es aprobado, Estados Unidos podrá exportar a Centroamérica sin pagar impuestos: medicamentos (que además quedan protegidos de la competencia de los genéricos), equipos médicos y de informática; maquinaria agrícola y de construcción; papelería, alimentos y bebidas; productos químicos y agropecuarios, carne, legumbres, soya, trigo, algodón y frutas principales entre otros, lo cual causará la ruina de los pocos productores nacionales que hoy subsisten a la vez que agudizará la pobreza a niveles extremos. En contraprestación, Estados Unidos abrirá su mercado principalmente a productos centroamericanos no tradicionales, uno de cuyos renglones destacados es el de los alimentos étnicos, por ejemplo, frutas como el jocote, el mamey, el arrayán, y el nance.
De ese tamaño es la desproporción. Tal es la magnitud de la inequidad social que se pretende implantar en todo el continente pues el CAFTA no es sino una versión, corregida y aumentada del NAFTA; tratado de Estados Unidos con Canadá y México en vigencia desde hace más de 10 años; y el modelo que siguen al pie de la letra los negociadores norteamericanos que por estos días discuten el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los países andinos de Colombia, Perú y Ecuador. De aquí se desprende la importancia que tiene para Colombia la suerte del CAFTA en el congreso norteamericano. Su aprobación agilizaría la firma del TLC entre Colombia y los Estados Unidos tal como lo promueve el presidente colombiano Álvaro Uribe en su afán de continuar implantando una política económica que golpea a la inmensa mayoría de la población. Por su parte, el rechazo del CAFTA, no solo significaría un triunfo de los pueblos centroamericanos y de los sectores que en Estados Unidos abogan por unas relaciones comerciales con el resto del mundo en pie de igualdad y de beneficio recíproco, sino que contribuiría a fortalecer los distintos sectores democráticos que en Colombia se oponen al TLC.
Cualquiera diría que el contar con la mayoría del partido de gobierno en el congreso, la aprobación del CAFTA sería apenas cuestión de trámite. Pero no ha sido así; la oposición ha forzado a la administración a salir afanosamente a reclutar entre los congresistas los votos necesarios. Según el Washington Post, Bush “despachó” a cumplir esta tarea a Condoleeza Rice, Donald Rumsfeld y a los ministros de Comercio, Carlos Gutiérrez y de Agricultura, Mike Johanns, lo cual no impidió que 12 republicanos votaran por el NO al CAFTA en el Senado. La resistencia al CAFTA se explica en primer término porque muchos miembros del congreso han podido constatar la desastrosa experiencia mexicana con el NAFTA. En su pronunciamiento contra el CAFTA del pasado 26 de mayo, la bancada de origen latino afirma: “En México, un millón trescientos mil pequeños y medianos agricultores se han visto forzados a abandonar sus tierras porque no fueron capaces de competir con los grandes productores multinacionales”. Raúl Grijalva, Representante Demócrata por Arizona, un Estado con 300 millas de frontera con México, lo ha explicado de esta manera: “Los agricultores y trabajadores agrícolas de hace 10 años son los inmigrantes indocumentados de hoy”.
Además de congresistas como Dennis Kucinich y Henry Waxman quienes de tiempo atrás han criticado frontalmente los tratados de libre comercio promovidos por los gobiernos de Estados Unidos, también se oponen al CAFTA otras fuerzas políticas en el capitolio tales como el Senador Edward Kennedy y la “Nueva Coalición Demócrata”, un grupo de representantes que tradicionalmente ha apoyado el libre comercio pero que consideran que, además de no haber sido discutido con el partido Demócrata, este tratado lesiona en materia grave los derechos de los trabajadores tanto en Centroamérica como en los Estados Unidos. Igualmente, este rechazo en el congreso es en buena parte producto de la intensa campaña por el NO que han realizado importantes Organizaciones No Gubernamentales como OXFAM, y WOLA ; lo mismo que por los sindicatos agrupados en la AFL-CIO. Lo propio han hecho LULAC, la más grande y antigua organización proderechos civiles de los Latinos en los Estados Unidos y organizaciones de inmigrantes centroamericanos como CARECEN, ONECA, CRECEN y SALVADORAN AMERICAN NATIONAL NETWORK. Todas estas voces hacen eco a la indignación y la movilización contra el CAFTA en territorio centroamericano.