La influencia del constructivismo
*Educación sexual con fundamento científico: II La influencia del constructivismo
Para algunos puede parecer excesivo, en una ponencia sobre educación sexual, el espacio dedicado a plantear las contradicciones filosóficas con el idealismo y el agnosticismo que impregnan el enfoque constructivista. La razón es muy simple: el constructivismo, bien o mal entendido, “trivial” o “radical”, es la tendencia predominante entre los profesionales interesados en la educación sexual…
Se ha visto el surgimiento y desarrollo del constructivismo como una respuesta a la insuficiencia del positivismo para generar explicaciones científicas, y al constructivismo en la educación como la alternativa al fracaso de la implementación de la tecnología educativa en décadas anteriores. Consideran los mismos partidarios de esta corriente que su proyecto está acorde con los nuevos tiempos de la postmodernidad, un eufemismo utilizado para enmascarar la ilusión de quienes consideran que ha llegado el fin de la historia y se han extinguido las “meta narrativas”. Independientemente de lo anterior, es probable que los constructivistas serios contribuyan al avance en la comprensión de algunos aspectos de la teoría del conocimiento y aporten innovaciones educativas de carácter pedagógico, didáctico o metodológico. Todo esto requiere de un debate profundo, que apenas comienza a darse, y que seguramente será muy benéfico para los intereses de la educación y de la ciencia en nuestro país.
Sin embargo, lo que más interesa aquí es plantear que el auge de las corrientes constructivistas en boga no favorece la iniciación en Colombia de una educación sexual formal fundamentada en el conocimiento científico. Veamos por qué: el constructivismo radical se fundamenta filosóficamente en el “idealismo trascendental” kantiano, algunos de cuyos postulados establecen que la realidad, `la cosa en sí´, no puede ser conocida y que el entendimiento organiza en ciertas categorías, “a priori”, al objeto del conocimiento. Así lo reconoce Félix Bustos (1994), uno de los más caracterizados representantes de esta corriente en el Ministerio de Educación: “…el constructivismo tiene sus raíces en la reflexión kantiana sobre la imposibilidad de conocer “la verdad” y su visión interaccionista en la construcción del conocimiento de los fenómenos”.
En otras palabras, estamos asistiendo a la expansión en los círculos académicos colombianos de una concepción y una metodología que abiertamente proclama “la imposibilidad de conocer la verdad” o, como lo afirma Jorge Enrique Guzmán (1992) en su Modelo de Reeducación Sexual, que “su tarea es demostrar que la verdad no existe”.
El materialismo dialéctico refutó, en su momento, tanto a Kant como posteriormente a los profesores neokantianos que pretendían, con base en el avance de la física a comienzos del siglo, remozar las teorías idealistas del conocimiento planteando la imposibilidad de establecer leyes objetivas en la naturaleza y en la sociedad. Engels (1863) en su libro sobre Feuerbach puntualizó: “La refutación más contundente de todas estas manías, como de todas las demás manías filosóficas, es la práctica, o sea el experimento y la industria. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un proceso natural reproduciéndolo nosotros mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones, y si, además, lo ponemos al servicio de nuestros propios fines, damos al traste con la `cosa en sí´ inasequible de Kant. Asimismo, el marxismo demostró que Kant se equivocaba al diferenciar entre “cosa en sí” o noumeno y el fenómeno, o manera como los objetos aparecen al sujeto que conoce, puesto que sólo es posible diferenciar entre lo que es y lo que no es conocido.
Ahora, desde el punto de vista psicológico, los constructivistas radicales se fundamentan en la epistemología genética de Piaget, cuyo aporte a la educación y a la pedagogía es innegable, y en
particular en su teoría sobre las “operaciones mentales”, las invariables funcionales del desarrollo (asimilación y acomodación) y las estructuras cambiantes en las distintas etapas del desarrollo cognoscitivo. Además, como lo señala Rafael Flórez (1994), para los constructivistas también ha sido fundamental la explicación piagetiana de la génesis del concepto de causa como construcción mental. Es aquí donde podemos encontrar otra debilidad conceptual y metodológica en el enfoque constructivista: de manera unilateral ,y retomando el origen kantiano en Piaget de la noción de causalidad como categoría “a priori”, estudian la construcción del concepto de causalidad sin aceptar la causalidad real en los fenómenos de la naturaleza.
Los constructivistas, rescatando del olvido a Giambatista Vico, uno de los filósofos del agnosticismo, se dedican a investigar “la construcción del conocimiento científico”, es decir, la elaboración cognoscitiva a través de las operaciones mentales de la explicación causal, sin aceptar la explicación causal que existe en la realidad, puesto que para ellos el conocimiento ontológico es imposible. De esta manera, niegan que el papel de la ciencia y del científico es el de adueñarse de las relaciones causales que existen en la naturaleza y en la sociedad, y el de cuidarse de que esta apropiación elaborada cognoscitivamente corresponda e interprete adecuadamente a la naturaleza y a la sociedad y sirva para transformarla. Ni más ni menos, los constructivistas consideran la naturaleza parte de la cognición, en lugar de considerar ésta última como parte de la naturaleza.
Para algunos puede parecer excesivo, en una ponencia sobre educación sexual, el espacio dedicado a plantear las contradicciones filosóficas con el idealismo y el agnosticismo que impregnan el enfoque constructivista. La razón es muy simple: el constructivismo, bien o mal entendido, “trivial” o “radical”, es la tendencia predominante entre los profesionales interesados en la educación sexual y, más importante aún, el Proyecto Nacional de Educación Sexual del Ministerio de Educación Nacional y su propuesta curricular, metodológica y de formación de educadores sexuales está enmarcada en esa concepción (González, 1993).