Introducción a la educación sexual con fundamento científico
La sexualidad humana puede ser objeto de estudio de una ciencia independiente…
Difícil de creer, pero todavía es necesario insistir en que la sexualidad humana, al igual que cualquier otro fenómeno de la naturaleza, se puede conocer objetivamente, se puede estudiar de manera sistemática y racional y que por lo tanto, no obstante su inmensa complejidad, es posible su conocimiento científico.
Son tantas las barreras ideológicas, las reacciones meramente emocionales, e inclusive, los intereses políticos y comerciales de la sociedad contemporánea que entorpecen la indagación científica sobre la función sexual humana y la aceptación de sus resultados, que aun muchos de quienes en Latinoamérica se ocupan de trabajar en esta área del saber afirman categóricamente que: “No existe sexología científica ni educación sexual científicamente fundada” (Alleratucha, 1991).
De la misma manera, hay entre nosotros académicos, quienes aceptando que la sexualidad “debe ser estudiada y comprendida por distintas disciplinas del saber…”, consideran que ésta “no puede convertirse en el objeto de una nueva ciencia” y que finalmente es el “artista el único que puede hablarnos en forma pertinente de la sexualidad…” (Guerrero, 1985,1993). Para otros estudiosos del tema: “Si nos atuviéramos a un lenguaje preciso y analítico, muy poco podríamos decir sobre la vida sexual ni expresar cosa alguna sobre la afectividad de la existencia humana”, toda vez que “Hablar de sexualidad es jugar con la imaginación y la palabra, es llevar el goce y la risa al terreno del pensamiento…” y “La educación sexual es siempre una actividad poética llevada al terreno de la existencia diaria” (Restrepo, 1994).
A que predomine este tipo de conceptualización, que por lo demás es bueno que exista puesto que refleja una de las mil caras de la experiencia sexual, han contribuido varios factores tales como: la idealización o mitificación de la actividad sexual; la creencia, activamente impulsada en los últimos años en círculos intelectuales de que la ciencia es la negación del “humanismo”; o más grave aún, como lo proponen actualmente los constructivistas más radicales, el convencimiento de que el conocimiento científico es imposible pues la verdad siempre es relativa.