En procura de un paradigma sexológico
*Educación sexual con fundamento científico: V En procura de un paradigma sexológico
Si sólo se considera el aspecto placentero de la función sexual humana, es decir, el erotismo, su estudio se denomina, más apropiadamente, erotología”. (Álzate, 1987). Como se planteó al comienzo, “La sexología es una disciplina sumamente compleja, puesto que tiene que ver, en mayor o menor proporción, con muchas otras ciencias y actividades humanas, como la biología, la antropología, la sociología, la sicología, el derecho, etc.
“Lato sensu, la sexología es el estudio científico de la sexualidad animal en general. Stricto sensu, es el estudio científico de todos los aspectos de la sexualidad y la función sexual humanas”.
Por ello es, simultáneamente, ciencia natural (biológica) y ciencia humana (cultural), aunque si se requiriera mayor precisión taxonómica, probablemente habría que clasificarla dentro de las ciencias del comportamiento”. (Álzate,1987).
Partiendo de los anteriores conceptos generales, se puede decir que el trabajo de los pioneros contemporáneos de Freud, y el mismo psicoanálisis, originaron un proceso en el cual la sexología ha venido construyendo, durante todo el siglo XX un paradigma que pueda servir de eje articulador a la multiplicidad de conocimientos que la investigación ha aportado con respecto a la sexualidad humana.
En este sentido, tal vez el primero en formular un modelo integrador distinto al propuesto por Freud, fue su amigo el médico inglés Havelock Ellis. De una manera aún muy rudimentaria, Ellis, quien alcanzó a publicar una obra enciclopédica y fuera un gran educador sexual en su tiempo, vislumbraba la necesidad de explicar no sólo lo que se ha dado en llamar la respuesta sexual humana, sino también el proceso de relación interpersonal que hace posible la actividad sexual. Esa visión está reflejada en su propuesta de entender la sexualidad en términos de: cortejo-tumescencia-detumescencia.
Albert Moll, también contemporáneo de Freud y uno de los primeros en debatir su teoría de la sexualidad infantil, propuso un modelo algo más complejo compuesto de cuatro fases, a saber: despertar de la voluptuosidad – equilibrio de la sensación voluptuosa – clímax de la voluptuosidad- declinamiento inmediato. No se requiere demasiada perspicacia para ver en esta formulación un antecedente directo del modelo de Masters y Johnson.
A su vez, al publicar en l942 su libro más importante “La función del orgasmo”, Wilhelm Reich incluyó su propia concepción sobre la respuesta sexual. Atrás había dejado las teorías de su maestro Freud para volcarse sobre el análisis de la que llamó “coraza caracterial”, principal obstáculo para alcanzar una adecuada “potencia orgásmica” la cual, a su vez es ejercida en los cuatro estados siguientes: Tensión mecánica – Carga bioeléctrica – Descarga bioeléctrica – Relajación mecánica.
Sin duda, el modelo de Masters y Johnson: excitación – meseta – orgasmo – resolución ha sido el que mayor divulgación y popularización ha logrado hasta llegar a convertirse, para muchos, en un dogma. El problema de este modelo, tal como lo ha señalado Helí Álzate, es el de su reduccionismo somático o periférico, al referirse, para definir cada uno de estos fenómenos, a respuestas puramente somato fisiológicas tales como: vaso congestión, contracciones musculares de los órganos genitales internos y externos, aumento de la frecuencia cardíaca y demás.
Helen Kaplan, una connotada psiquiatra y terapeuta sexual de la Universidad de Cornell, ya fallecida, propuso restar importancia a las fases de meseta y resolución por no considerarlas de utilidad clínica, pero adicionó la fase de deseo. Deseo – excitación – orgasmo son, en este nuevo esquema, los elementos que intentan explicar la dinámica de la sexualidad y los problemas o disfunciones que pueden presentarse en cada uno de estos niveles. Sin embargo, al igual que en el anterior modelo, esta formulación cae en el error de limitarse a descripciones de los fenómenos sexuales en términos meramente fisiológicos. Recientemente, se ha hecho evidente el interés por integrar estos dos últimos modelos en uno solo y ahora, Masters y sus colaboradores se preocupan por ubicar el deseo como un evento antecedente al ciclo de respuesta sexual propiamente dicho, a la par que dedican esfuerzos a explicar los hallazgos recientes sobre el amor y la relación entre amor y deseo (Masters, Johnson, Kolodny, 1994).
En este largo proceso hacia la unificación de un paradigma sexológico, ha sido un sexólogo colombiano quien ha elaborado un modelo mucho más comprensivo e integral, que define claramente el papel de la reproducción y del erotismo y abarca los tres diferentes planos o niveles de explicación posibles de la relación entre los componentes humanos de la función sexual: 1. Psíquico o central. 2.Somático o periférico. Externo o comportamental. Así mismo, establece las cinco fases posibles: 1. Apetitiva. 2. Relacional. 3. Estimulatoria. 4. Excitatoria, 5. Orgásmica. Por limitaciones de espacio y por la importancia del modelo propuesto, el cual seguramente constituye el aporte más significativo de la sexología latinoamericana al acervo del conocimiento científico en este campo, simplemente remito al lector al capítulo 5 de la obra “Sexualidad Humana”, de Helí Álzate (1987). Collins.