Una nueva guerra, esta vez contra los inmigrantes
Colombia Report condena esta inhumana legislación. La enmienda propuesta aviva el fuego de las tendencias racistas presentes en los Estados Unidos y enfrenta a norteamericanos llevados por una ira irracional contra latinoamericanos movidos por el hambre y la desesperación.
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Los Estados Unidos parecen estar siempre ocupados declarándole una nueva guerra a alguien. En diciembre 2005, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un acto legislativo, conocido como Ley Sensenbrenner, que enmienda la ley de inmigración actual. Pero esta legislación no es más que una declaración de guerra contra los inmigrantes procedentes en su gran mayoría de México y Centroamérica que ingresan a los Estados Unidos sin una visa que los autorice. Entre otras cosas, la enmienda supone la construcción de un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México excluyendo apenas las regiones desérticas más secas y al Río Grande (Bravo). La ley implicaría también declarar a cualquier inmigrante encontrado sin documentos legales en los Estados Unidos como un delincuente sujeto a encarcelación y deportación. Si la enmienda es aprobada por las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos, este país, que en proporción y en números totales ya alberga la mayor población carcelaria del mundo, agregaría automáticamente 10.4 millones de candidatos a caer en prisión, cifra que incluye 1.6 millones de niños.
La ley propuesta no puede tener éxito en detener el acelerado incremento en el flujo de inmigrantes latinoamericanos a los Estados Unidos, puesto que no se orienta a resolver las causas del fenómeno. Por el contrario, es muy probable que dicha medida se convierta en una gravísima crisis de derechos humanos: durante los últimos diez años, un promedio de más de 300 inmigrantes muere anualmente en el intento de cruzar la frontera desde México, bien por ser víctimas de las aguas rápidas de ríos y canales o bien al fallecer por deshidratación en el desierto de Arizona. La construcción del muro obligaría a los inmigrantes a tratar de cruzar la frontera precisamente por las zonas más peligrosas, con el consecuente aumento del número de muertes. Y quienes sobrevivan en la azarosa travesía se verán inmediatamente perseguidos y victimizados como delincuentes comunes en la supuesta tierra prometida norteamericana
¿Qué motiva a miles de latinoamericanos a intentar cruzar sin papeles la frontera con Estados Unidos? La respuesta más precisa es que las políticas neoliberales –incluidos tratados como el NAFTA y, pronto, el CAFTA– impuestas por Estados Unidos, y los gobiernos latinoamericanos que le son adictos, sobre los pueblos de los diversos países, están originando un vertiginoso aumento de la migración indocumentada. Un artículo reciente en el Washington Post señalaba que más del 40 por ciento de los mejicanos que han venido a los Estados Unidos lo han hecho en los últimos 15 años; mientras en 1995 el número estimado de mejicanos sin papeles era de 2,5 millones, para el año 2005 la cifra había superado los 10 millones.
La pobreza en México también se disparó durante estos 10 años. Los salarios en México antes del NAFTA eran en promedio 23 por ciento de los salarios en Estados Unidos; para el 2002 se habían desplomado al 12 por ciento. Aunque las consecuencias del NAFTA para el conjunto de la economía mejicana han sido absolutamente desastrosas, la agricultura ha llevado la peor parte, pues ha sido arrasada y millones de productores agrícolas, incapaces de competir con los precios más bajos de las importaciones de los Estados Unidos, se han visto forzados a abandonar sus cultivos. Se calcula en dos millones el número de personas que han salido del campo mejicano desde 1994 y en más de 600 las personas que dejan el campo cada día.
Los efectos del NAFTA se agravarán en los próximos años. El profesor John Coats, un respetado investigador norteamericano prevé que en la próxima década “el libre comercio de cereales realizado bajo los acuerdos del NAFTA forzará a muchos, quizás millones, de campesinos mejicanos a dejar sus tierras…”. En otras palabras, el acelerado ritmo de la migración a los Estados Unidos desde México, Centroamérica y otros países latinoamericanos lo genera indudablemente la creciente y generalizada destrucción de la industria y la agricultura en el hemisferio a causa de las políticas de “libre comercio” aplicadas por las grandes corporaciones y banca norteamericanas y el gobierno de la casa Blanca.
En los años posteriores a 1980, un periodo conocido como “la década perdida de Latinoamérica”, los Estados Unidos promovieron y presionaron con tenacidad la implementación de medidas neoliberales de “libre comercio”. Esto contó con la aquiescencia de gobiernos latinoamericanos sumisos que procedieron a debilitar la protección de su agricultura e industria en toda la región. En los años noventa se presenció una intensificación de este proceso cuando los Estados Unidos lanzaron una agresiva política para firmar acuerdos de “libre comercio” con diversos países de Latinoamérica, lo cual resultó en que la década del 90 y la primera mitad de la presente década han sido a su vez años “perdidos”
Un informe reciente en el diario en español La Opinión de Los Ángeles, California, resumió la terrible situación que vive Latinoamérica de la siguiente manera:
La región generó 91 millones de nuevos pobres en los últimos 20 años.
Hay ahora más de 100 millones de indigentes.
200 millones de latinoamericanos no están en condiciones ni siquiera de satisfacer sus necesidades básicas.
En los últimos 6 años, 23 millones de latinoamericanos fueron desplazados de la “clase media” a la que pertenecían.
40 millones de niños viven en las calles.
1 de cada 3 niños sufre de hambre.
Niños que viven en la calle, ancianos mendigando, familias que comen de lo que consiguen en los botaderos de basura y profesionales manejando taxis son parte de la escena habitual en las ciudades latinoamericanas.
70% de los hondureños son pobres al igual que los 20 millones de campesinos que aún quedan en México.
La reducida elite de los ricos se enriquece cada vez más y la desigualdad crece en la región.
Estas tendencias han sido el resultado de las iniciativas de libre comercio apoyadas por los Estados unidos.
Dado que el CAFTA es una fiel copia del NAFTA, se puede asegurar que tendrá los mismos desastrosos efectos en la agricultura centroamericana y que terminará por arrojar millones de nuevos migrantes a los Estados Unidos. Mientras tanto, Washington, en cooperación con gobiernos dóciles como el de Uribe en Colombia, está empeñado en tratar de imponer acuerdos similares tanto en ese país como en Perú y Ecuador. En suma, los Estados Unidos están recolonizando Latinoamérica en un proceso que sólo es comparable a la destrucción impuesta a los habitantes de la región por la conquista europea que comenzó en 1492. La principal diferencia parece radicar en que bajo el dominio colonial de los españoles los productores agrícolas podían alimentarse a sí mismos y alimentar a sus países. Bajo el actual proceso, el campo latinoamericano se despoblará. La masiva migración de las últimas décadas, si la recolonización emprendida por Estados Unidos persiste, se verá como algo insignificante comparada con la que vendrá en los próximos 20 años. El pueblo mejicano y, cada vez más, los pueblos de Centro y Sur América han visto a sus países convertidos en prisiones de pobreza de las cuales están tratando de escapar en masa. Luego de su arribo a los Estados Unidos, estos inmigrantes se convierten a través de las remesas de dinero en la más importante red de seguridad para la gente pobre que han dejado atrás. En 2004, los envíos a México sobrepasaron los 20 mil millones de dólares, mientras que cerca de 8 mil millones llegaron a América Central.
Los indocumentados lograron esta hazaña trabajando en las más difíciles circunstancias, privados de los derechos fundamentales y viviendo en la clandestinidad. Pero por lo visto esto no es suficiente: los artífices de las políticas que están destruyendo las economías de sus países de origen ahora se empeñan en declararles la guerra a las víctimas de esas políticas, tratando de impedirles inclusive que vivan la vida miserable que las personas indocumentadas llevan como trabajadores de segunda clase en los Estados Unidos. Y lo hacen militarizando la frontera, construyendo muros de seguridad que los llevarán a la muerte y persistiendo en tratarlos como animales y en perseguirlos como criminales.
Colombia Report condena esta inhumana legislación. La enmienda propuesta aviva el fuego de las tendencias racistas presentes en los Estados Unidos y enfrenta a norteamericanos llevados por una ira irracional contra latinoamericanos movidos por el hambre y la desesperación. En suma, esta enmienda oculta y mistifica las verdaderas causas de la migración.
La situación requiere el acercamiento entre quienes son conscientes de que la legislación propuesta no resolverá los problemas que se observan en la frontera, sino que, por el contrario, creará otros nuevos. Organizaciones como LULAC y el Consejo Nacional de la Raza (NCLR) ya han denunciado lo que con justeza ha sido llamado: “el muro de la vergüenza”. Son muchas las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), las iglesias de distintas denominaciones y otros grupos que también se oponen a esta absurda legislación. Muchos miembros del Congreso de Estados Unidos que recientemente votaron en contra del CAFTA, lo hicieron así porque están convencidos de que los problemas en la frontera México-Estados Unidos se multiplicaron con la aprobación del NAFTA. La batalla contra esta ley de inmigración es parte integral de la batalla contra los injustos tratados de libre comercio y las políticas neoliberales de los Estados Unidos.